Ozzy Osbourne asegura que fallecerá tras su último concierto.

El legendario vocalista de heavy metal, Ozzy Osbourne, ha expresado en repetidas ocasiones una sombría creencia sobre su futuro, ligando su inminente fallecimiento al día de su concierto final.

Esta premonición, lejos de ser un mero pensamiento pasajero, se fundamenta en una compleja amalgama de sus graves problemas de salud, la enorme presión física y mental que supone el espectáculo de despedida y una profunda ansiedad escénica que lo ha acompañado a lo largo de su carrera.

El «Príncipe de las Tinieblas» tiene programado su último concierto junto a Black Sabbath para el próximo 5 de julio de 2025 en su ciudad natal de Birmingham.

Un evento que marcará el fin de una era para el metal y que, para Osbourne, se ha convertido en un desafío monumental.

Diagnosticado con Parkinson, ha enfrentado múltiples cirugías de columna y otros procedimientos médicos que han afectado gravemente su movilidad.

«No puedo caminar mucho estos días», confesó a principios de este año, añadiendo que el simple acto de levantarse de la cama requiere un esfuerzo considerable.

Esta fragilidad física contrasta con la energía desbordante que siempre ha caracterizado sus actuaciones.

La preparación para este último show implica un riguroso régimen de entrenamiento para fortalecer su cuerpo y su voz, un proceso que él mismo ha descrito como arduo y agotador.

Sin embargo, más allá de la batalla física, Osbourne libra una intensa lucha mental.

Ha hablado abiertamente sobre su trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), y la ansiedad paralizante que experimenta antes de subir al escenario.

Esta aprensión lo lleva a visualizar el peor de los escenarios.

«En mi cabeza, ya habré hecho el show y habré muerto», ha llegado a declarar, ilustrando la magnitud de su tormento interno.

Entrevista reveladora

En una reciente entrevista, fue aún más explícito sobre su sentir:

«Voy a hacer este maldito concierto sea lo último que haga. Bueno, lo será».

Esta frase, cargada de una mezcla de determinación y fatalismo, encapsula la creencia de que el esfuerzo sobrehumano que está realizando para este último acto podría ser, literalmente, el último.

Su esposa y mánager, Sharon Osbourne, ha confirmado la importancia de este concierto para Ozzy, señalando que él siente la necesidad de despedirse de sus fans de una manera adecuada, algo que sus problemas de salud le impidieron hacer en giras anteriores.

Por tanto, la creencia de Ozzy Osbourne de que podría fallecer el día de su concierto final no es una simple ocurrencia, sino el reflejo de una realidad tangible:

un cuerpo castigado por años de excesos y enfermedades, una mente que lucha contra la ansiedad y la enorme presión de ofrecer una despedida digna a una carrera legendaria.

Para el icónico músico, este último show es el todo o nada, una última entrega en la que, en su propia percepción, se juega la vida.

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