El montón de escombros de cemento y el hierros al que quedó reducido este miércoles el casino Tropicana de Las Vegas entierra toda una era de la ciudad del pecado.
Con una ceremonia retransmitida en directo como su último espectáculo, la demolición del complejo simboliza el fin del viejo Las Vegas.
Por sus instalaciones pasaron multitud de celebridades, hicieron apuestas los clientes y negocios los mafiosos. El hotel casino se convirtió en un icono de la cultura popular. Por allí pasaron Michael Corleone en El padrino, James Bond en Diamantes para la eternidad y Elvis Presley en Viva Las Vegas.
El Sucesor
“El legado de este icono estará siempre con nosotros”, dijo el último director general del complejo, Arik Knowles, poco antes del derribo, que dejará hueco para el estadio de los Athletics, el equipo de béisbol de Oakland, que se trasladará a Las Vegas en 2028.
El cambio de uso refleja la última muda de la piel de la ciudad, obsesionada en apostar por el deporte para reforzar su carácter de capital del entretenimiento.
Una ciudad acostumbrada a renovarse permanentemente ha convertido la demolición de sus viejos hoteles en un espectáculo de masas desde que en 1993 el antiguo magnate de los casinos Steve Wynn decidiera que un falso barco pirata abordase y derribase The Dunes, construido en 1955, en un número para el recuerdo. Tres años más tardo cayó The Hacienda, de 1956, en una gran fiesta de Nochevieja.
Se demolieron después el Aladdin (1998), El Rancho (2000), el Dessert Inn (2004) y el Stardust (2007), entre otros. La última gran despedida había sido en 2016, cuando cayó el Hotel y Casino Riviera (de 1955).
El Tropicana se ha ido como llegó, por todo lo alto. A su demolición le ha precedido un espectáculo de fuegos artificiales y drones. Han formado en el aire una enorme ficha de casino y han ido adoptando otras formas antes de un gigantesco logo del hotel, en una especie de beso de despedida de la ciudad a su último gran icono de mediados del siglo pasado. Sonaba música de Frank Sinatra y Elvis Presley, en otro guiño al pasado.
Este miércoles, horas después de la demolición, curiosos y turistas contemplaban las ruinas del Tropicana desde las pasarelas cercanas y tomaban algunas fotos de recuerdo. Al otro lado de la avenida Tropicana, el bullicio continuaba indiferente, recorriendo los nuevos casinos del Strip, sus tiendas de lujo y sus construcciones irreales, ese decorado único que reúne en una avenida a la estatua de la Libertad, la torre Eiffel y la plaza San Marcos de Venecia como si tal cosa.
Apertura en 1957
En el momento de su apertura, el 4 de abril de 1957, el Tropicana se convirtió en el hotel más caro de la ciudad, con un coste de 15 millones de dólares de entonces. Por su suntuosidad, se le denominó el Tiffany del Strip, en referencia a la joyería y a la avenida que concentra los grandes hoteles y casinos de la ciudad.
Era un momento en que la desértica ciudad de Nevada estaba de capa caída. Varios de los hoteles casino que habían abierto en esos años atravesaban dificultades. La inauguración de Hacienda el año anterior había sido un acontecimiento discreto con poco glamur.
El Tropicana deslumbró: “Lujo exuberante, muy buen gusto, calidez, intimidad y eficacia funcional”, lo describía el Las Vegas Sun. Por entonces, la ciudad tenía unos 70.000 habitantes, frente a los 2,8 millones del área metropolitana actual.
En realidad, lo que se ha derribado este miércoles son las dos torres de las ampliaciones posteriores. La Torre Tiffany, abierta en 1979 y luego rebautizada como Paradise Tower, con 600 habitaciones, y la Island Tower, con 800 habitaciones, abierta en 1986.
Lo que no se sabía en el momento de la apertura es que detrás del casino estaba Frank Costello, el gánster más infame de la época. La conexión salió a la luz poco después de una forma sorprendente. El 2 de mayo de 1957, mientras entraba en un edificio de apartamentos de Nueva York, Costello fue tiroteado por orden del capo rival Vito Genovese.
En un trozo de papel encontrado por la policía en el bolsillo del abrigo de Costello estaba escrita la ganancia bruta exacta del Tropicana y la recaudación de las máquinas tragaperras. Empezó entonces el baile de propietarios y traspasos que ha acompañado al casino durante toda su historia
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