Vacunación disminuyó considerablemente desde 2023 en población infantil.
La pandemia dejó muchos aprendizajes, uno de ellos es que, meses después de la infección aguda, algunos pacientes pueden presentar síntomas que pueden durar semanas, meses y hasta años.
A esta afección persistente se le conoce como COVID prolongado, refiriéndose a las secuelas postagudas
de la infección y se estima que al menos 65 millones de personas en el mundo la padecen.
Las investigaciones referentes a sus secuelas se enfocaron en el impacto de la infección en los adultos; a quienes les generó: problemas cardiovasculares, gastrointestinales, respiratorios, sistémicos, neuropsiquiátricos, o efectos en su sistema musculoesquelético o en su sistema genitourinario.
“Las personas con secuelas del COVID-19 pueden tener dificultad para pensar o concentrarse, fatiga, dolor de cabeza, cambios en la menstruación, dolores musculares, dificultad para respirar y un sinnúmero de síntomas que pueden durar semanas, meses o años”, aseguró la gerente médico de vacunas de Asofarma, Yamile Sandoval.
¿Y la población pediátrica?
Estudios recien publicados estiman que el 25% de los niños infectados con el virus podrían desarrollar COVID prolongado.
En los niños, el virus puede manifestarse como: el síndrome inflamatorio multisistémico en la fase aguda o como síndrome de COVID prolongado, resalta un informe científico de la revista científica Nature.
El primero, se relaciona con una afección en la que se inflaman diferentes partes del cuerpo, y el segundo, con una afección multisistémica que persiste, meses e incluso años, tras haber tenido la infección por el virus.
En el caso del síndrome inflamatorio multisistémico, los niños presentan síntomas como fiebre, vómitos, diarrea, dolor abdominal, erupción en la piel, mareos.
Signos que advierten una emergencia: problemas para mantenerse despierto o despertar, dificultad para respirar, confusión reciente, dolor abdominal, o tener la piel, labios o lecho de las uñas de color gris o azul.
“El COVID prolongado es una afección que impacta en la vida cotidiana de las personas; y en el caso de los niños y adolescentes, puede tener un efecto importante en su rendimiento escolar”, concluyó.
Atención y conciencia
Una publicación de The Lancet resalta que estudios recientes en Estados Unidos muestran un papel significativo de la vacunación en la reducción del riesgo de COVID persistente en niños.
Recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que la cobertura mundial de inmunización infantil se había estancado en 2023, y que habría 2,7 millones de niños sin vacunación o sin recibir la totalidad de las vacunas en todo el mundo.
Esta disminución en la cobertura de inmunización trae desafíos para la protección contra virus como el sarampión, la influenza y el SARS-CoV-2, entre otros.
“Es importante que recordemos que al igual que se hace cada año con la influenza, la población debe vacunarse contra el COVID-19 para protegerse de las variantes que están circulando del virus”, reiteró la gerente médico de Asofarma.
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