El Día Mundial de la Lucha contra el SIDA se conmemora el 1° de diciembre de cada año, reforzando la concientización sobre la infección y de quienes fueron afectados por este virus.
La fecha también es una oportunidad global para desafiar y derribar las barreras que existen en la atención a los infectados, reconocer los avances que les permiten llevar una vida plena, en conjunto con funcionarios de salud pública, defensores comunitarios, investigadores y proveedores de atención médica, convirtiendo la infección por VIH en una condición crónica y controlada, con mínimo impacto en la calidad de vida.
Si bien es cierto que hasta el momento no hay una cura, sí existe un tratamiento llamado “Tratamiento Antirretroviral” que evita la replicación del virus.
En ese sentido, se han salvado 16.2 millones de vidas desde el 2001 en el mundo, gracias a tratamientos asequibles y de calidad.
La Ciencia ha permitido que los nuevos tratamientos hayan evolucionado y ahora sean sumamente efectivos, con mínimos o ningún efecto adverso, y muy fáciles de tomar (un comprimido al día).
Esto asegura que los pacientes mantengan su adherencia al mismo y tengan un control crónico sobre la infección, posibilitando una mejor calidad de vida ahora y en el futuro.
En línea con esto, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para conseguir su visión compartida de cero nuevas infecciones por VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas.
De esta forma, desarrollaron una serie de objetivos “95-95-95-95” a cumplir para el 2030: que el 95% de infectados por VIH conozcan su estado serológico; que el 95% de diagnosticados con VIH reciban terapia antirretroviral continuada; y que el 95% de las personas que reciben esta terapia tengan supresión viral, que el 95% de los que reciben este tratamiento puedan gozar de buena calidad de vida.
Para prevenir la transmisión, resulta fundamental llevar a cabo programas que permitan ampliar el acceso a la prevención y al tratamiento, ya que una detección temprana evitará la transmisión a más personas, haciendo lo posible para detener la epidemia del VIH.
En Costa Rica, según datos durante 2022, el 38% de los jóvenes de 15 a 29 años infectados por VIH, son diagnosticados de manera tardía, es decir, cuando las defensas han bajado y llevan tiempo desde que se infectaron. Esto se debe a que, en muchos casos, la infección no presenta síntomas evidentes por lo que es imposible detectarla, salvo que se haga un test de manera proactiva.
Si bien las formas de transmisión también pueden ser por vía sanguínea (al compartir punzantes o cortantes), o perinatal/vertical (gestación o lactancia), el 98% de la transmisión del VIH se debe a relaciones sexuales sin protección, por lo que la Educación Sexual Integral (ESI) es un punto clave a la hora de prevenir.
Especialmente en jóvenes, muchos de los casos de diagnóstico tardío se deben a que la persona sintió vergüenza, aislamiento y desesperación debido a su condición, ya que la falta de conocimiento e información sobre el VIH deriva en suposiciones erróneas que fomentan un estigma en la sociedad.
La “etiqueta” de las personas infectadas o en riesgo de contraerlo, provoca actos de discriminación por su género, orientación sexual, uso de drogas o comercio sexual, entre otros.
Es importante trabajar sobre todos los estigmas relacionados con la sexualidad y las infecciones de transmisión sexual, en particular el VIH, fomentando la realización oportuna del test y que quienes estén infectados puedan acceder rápidamente a un tratamiento seguro y eficaz, garantizando una buena calidad de vida.
Es fundamental transformar la visión que hay respecto a esta infección, pasando de un mero diagnóstico médico a una oportunidad para acompañar a una población con el potencial de ser tan saludable, activa y productiva como se lo proponga.
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