El uso de la chupeta en bebés es una práctica común que ofrece beneficios, pero también puede tener consecuencias en el desarrollo bucodental del niño.
La doctora Melissa Rojas asegura que los especialistas no la recomiendan, pero si definitivamente los padres deciden usarla, deben consultarle al odontopediatra para recibir orientación para elegir la mejor.
“Debe ser una chupeta simple, que no tenga nada guindando, que sea del tamaño adecuado para que pueda respirar bien el niño.
Además, si permite su uso debe hacerlo de forma tardía, después de que la lactancia esté bien establecida y evite que se prolongue por mucho tiempo.
Lo ideal es retirarlo gradualmente a partir de los 12 meses de edad”, agregó la especialista.
Es fundamental que los padres estén informados sobre los pros y contras de su uso, para tomar decisiones conscientes.
Entre los beneficios que ofrece están:
- 1. Calma y consuelo. La acción de succionar proporciona un gran confort a los bebés, ayudándoles a relajarse y conciliar el sueño.
- 2. Reducción del riesgo del Síndrome de muerte Súbita del Lactante: Algunos estudios sugieren que el uso de la chupeta puede disminuir el riesgo de dicho síndrome en los bebitos.
- 3. Distracción durante procedimientos médicos: La chupeta puede ser útil para distraer a los bebés durante visitas al médico u otros procedimientos que puedan causar estrés.
Entre los riesgos para la salud bucal están:
- 1. Deformaciones en el paladar: su uso prolongado puede causar deformaciones en el paladar y ralentizar el crecimiento de los maxilares.
- 2. Mala alineación dental: puede provocar que los dientes se alineen de forma incorrecta (mordida abierta o la cruzada), generando la necesidad de tratamientos de ortodoncia en el futuro.
- 3. Protrusión dental (dientes de “conejo”): Su uso frecuente puede hacer que los dientes delanteros se proyecten hacia adelante.
- 4. Alteraciones en el habla: Las deformaciones en la cavidad oral, pueden afectar la pronunciación de ciertos sonidos.
- 5. Infecciones en boca y garganta: Si el niño se la vuelve a meter a la boca tras habérsele caído, puede provocar infecciones bucales.
“Procure que el niño la use lo mínimo posible, por ejemplo para que se quede dormido y retirarla. No dejar que continúe con esa práctica después de los tres años.
Antes de ese tiempo no llegan a producirse malformaciones definitivas.
Las que podrían darse previo a esa edad, se acomodan en unos meses al dejar la chupeta”, continuó la doctora Rojas.
Si su hijo está acostumbrado a ella, comience a desincentivar su uso, no lo corte de golpe, ni lo castigue o regañe por hacer algo que hasta hace poco le era permitido.
Para contactar a la Dra. Melissa Rojas puede localizarla en las redes sociales: Facebook Instagram al teléfono: 8341-1162, agendar una cita.
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